Un tiro de sol rasante se colaba bajo los nubarrones. Me pareció que esa fachada tan mediocre tenía de pronto un carácter propio. Pronto quedó en nada –ahí se ve cómo trepa la sombra– y la fachada volvió a su fealdad estándar.
© Damián Torrijos
Un tiro de sol rasante se colaba bajo los nubarrones. Me pareció que esa fachada tan mediocre tenía de pronto un carácter propio. Pronto quedó en nada –ahí se ve cómo trepa la sombra– y la fachada volvió a su fealdad estándar.
© Damián Torrijos